sábado, 22 de marzo de 2014

ENCOMIENDA (LUCAS COSTA)

En la cárcel el poema es suplemento alimenticio.
Enfermos terminales lo tomaban.
Venía un tiraje deficiente.
A ellos hasta una brisa los fulmina.
Tumbas cubren este verso.
Mi padre no lo supo hasta muy tarde.
El suplir no puede alimentar.
Cristo viene por los que violamos la ley.
Para eso está: para quebrantarla.
Todos somos los culpables.
Yo el primero por escribir esto que ves.
Ya nos encomendamos.
Un paquete cruza las aduanas, llega a tus manos.
Las palabras dichas, intactas en esta oración.
Entonces, no al poema dondes terminas
la sinceridad nunca empezada para quienes
no saben qué se nombra. No te pases de listo.
Impregna la hoja de tu biografía.
Cuenta porqué tu papá cayó en la cárcel.
Pero hazlo con distancia, con finta mordaz, por mera simpatía.
Dispara contra lo que se mueva.
Y por favor, no nos digas más de la cuenta
(que esos borrones no salen nunca).
No el poema donde se concilian las razones
de porqué permanecer escribiendo.
Hay algo que falta, que no se resuelve
por lo escueto, lo duro, lo postizo, lo local.
Pon de todo esto y procura zafarte.
Rinde cuentas, no pleitesía.
Hazte cargo de los baches, cabos sueltos.
Ellos zumban tanto en tu casa como arriba del murallón.
Pon ahora: "un ave trata de posarse".
El cableado la electrocuta.
"Tanto cable dando vueltas".
Ponlo para hacer cortocircuito con el lector.
No al poema doblado, metido en las rendijas.
Los cabos lo revisan.
Un paquete dentro.
El corazón cerrado.
La encomienda llega a puerto.




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